La diversidad está a mi paso
- Psicoterapia y feminismo Madeja de voces

- 6 oct 2021
- 2 Min. de lectura
Paulina Lecanda
A veces quisiera ser una mujer sencilla, pero no me sale bien. Mi mente se pasea por caminos sinuosos, cambiando de un sendero al otro sin previo aviso, explorando, siempre atenta a las diversas opciones que podría ofrecerme la ruta a un lado. No hay un camino único para mí, todos se me antojan; despiertan mi curiosidad y los tomo. La diversidad está a mi paso.
Se me ocurre que me siento perdida, como dando vueltas sin rumbo. Viene entonces la reprimenda: ojalá hubiera tomado la ancha, segura y predecible carretera, la bien llamada vía rápida; ya estaría ahí, disfrutando el sol y el mar. Arrived. Pero no, quise irme por los escondidos caminos de tierra. Me dije que en lo que llegaba a la costa vagaría por el bosque. Me construí una cabaña, exploré cascadas, comí variedades de frutas, plantas y hongos. Ha sido fascinante, no lo niego, pero yo creí que mi destino deseado era la playa ¿Y ahora?
Sí, intuyo que mi porvenir está en el mar. Pero no me apetece quemarme las suelas de los zapatos en la autopista. Anticipo que habrá pocas sombras para resguardarme. Los caminos previamente dinamitados, aunque facilitan el paso, suelen ahuyentar a los animales y el pavimento no es tierra proclive para las flores.
Ya veré la forma de emprender mi ruta al mar desde aquí. Ya sé que será más tardado ¿Llegaré con retraso?. Pues sacrifico el tiempo. Más bien, sacrifico este tiempo de la inmediatez, no quiero esta prisa. Cuando en momentos de flaqueza sienta que no llego nunca, debo recordarme tortuga. Bien que mal, sea cual sea el tránsito elegido, todas las lenguas terminaremos saboreando la sal en el agua.

Ilustración de ni_mini




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